CAPITULO 12
CAPITULO DOCE
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad.
Rocío sentía un nudo en el pecho, mezcla de angustia y bronca. No podía explicárselo completamente, y eso solo aumentaba su sensación de vacío. Sus ojos claros y dulces estaban enrojecidos mientras salía lentamente de su casa, luego de haberla recorrido mil veces por completo, sin hallar las respuestas a esas preguntas que la atormentaban. Se dejó caer en la acera, dejando que ese mal recuerdo la envolviera una vez más, mientras una lágrima caía por su rostro.
(FLASH BACK)
Simón estaba en el sillón, en el living de su casa, mientras esperaba a su novia, que se cambiaba en la habitación después de una noche maravillosa juntos.
- Dale, mi amor…- gritó con dulzura.- Se hace tarde y…- se dio vuelta y la vio venir completamente embalada.- Al fin, Rochi, ya iba a…- ella se acercó con furia y le plantó una cachetada en la mejilla.- ¿QUÉ HACES? ¿¡TE VOLVISTE LOCA!?- preguntó desconcertado, mientras se frotaba la mejilla colorada.
- ¿QUÉ HACES VOS, NENE? ¿¡QUIEN CARAJO ES MERY, PABLO!?- soltó furiosa, con el rostro completamente desencajado.- DALE, DECIME- insistió golpeando su pecho.- ¿QUIÉN ES ESA PUTA? ¿¡HACE CUANTO QUE TE LA COGES!?
- No sé de que hablas, mi amor…- susurró el tratando de tranquilizarla.
- ¡DE ESTO! ¡DE ESTO HABLO!- gritó ella, poniendo delante suyo la pantalla de su celular.
Era un mensaje de texto.
Remitente: Mery.
“Nunca me vas a hacer enojar suficiente, mi amor. Somos y seremos. Vos ya sabes. ;)”
Y para rematar, seguía una foto, en la que se veía a Pablo, con una chica alta y rubia sentada en sus rodillas, ambos sonriendo radiantemente.
- Para, yo te puedo explicar…- exclamó algo turbado luego de ver su propio teléfono.
- ¡NADA! ¡Nada me podes explicar!- bramó Rocío furiosa antes de tomar su bolso con fiereza y salir de la casa de su novio, con un gran portazo.
(FIN FLASH BACK)
Rocío se sentía humillada. No sabía exactamente lo que sentía o había sentido por Pablo, pero realmente había apostado a esa relación, había pensado una vida junto a él. Era cierto que ella lo había engañado con Gastón, pero sentía que eso era algo… inevitable. Tal vez no fuera esa la palabra justa, pero sentía que nunca iba a poder desprenderse realmente de ese rubio, con quien sea que estuviera. Y no estaba segura de querer hacerlo.
Su hermana Euge fue a visitarla a la tarde, tomaron mate, charlaron y vieron algunos videos, pero luego tuvo que regresar a su casa.
- Perdón hermanita…- se disculpó.- Pero le dije a Lali que iba a pasar a verla, de paso me va a acompañar a comprar, porque esta noche viene Nico a cenar…- explicó- ¿Seguro que vas a estar bien?- preguntó algo insegura.- Porque sino puedo…
- Voy a estar bien, Euge, no te preocupes.- la tranquilizó con una sonrisa.
La rubia se fue y Rochi fue a buscar un poco de jugo a la heladera cuando sintió que el timbre sonaba.
- ¿Qué te olvidaste hermanita?- bramó con una sonrisa mientras abría la puerta- Siempre te…- se interrumpió.- ¡Rubiecito! ¿Qué haces acá?- se extrañó.
- Bueno… ¿esa es la manera de darle la bienvenida a tu mejor amigo, rubia?- le reprochó Gastón mientras la saludaba con un abrazo.
- No, perdón… es que recién acaba de irse Euge y pensé que se había olvidado algo- explicó ella mientras correspondía el abrazo de Gas, dejando que la envolviera en sus brazos.
Se sentaron en los sillones, con un termo de capucchino y un paquete de galletitas de chocolate, y empezaron a charlar de tonterías. Antes de darse cuenta, le estaba contando todo lo que había pasado con Pablo. Sabía que iba a hacerlo tarde o temprano. Gastón la conocía más que nadie y siempre podía sonsacarle las cosas, aunque ella tratara de negarse.
Gastón estaba sentado sobre el sillón, con una taza en sus manos, y Rocío estaba recostada, con su cabeza en las piernas de él, hablando y dejando escapar algunas lágrimas.
- No te preocupes, rubiecita… él se lo pierde…- le dedicó una sonrisa, mientras apartaba el cabello de su rostro con dulzura.- Vos te mereces algo mejor ¿sabes?- susurró.- Alguien a quien le baste tu mirada para seguir viviendo… alguien que sea feliz con el simple hecho de verte… alguien que te valore, con todo lo que sos... que sepatodo lo que sos... alguien que te ame tanto como para lograr que tus ojos nunca, pero nunca dejen de brillar, Ro…- su voz había ido bajando hasta convertirse en un susurro, mientras ella lo miraba fijamente, sintiendo cada palabra que él pronunciaba como una caricia a su alma.
En un impulso se incorporó, sentándose sobre su regazo, con las piernas estiradas en el sillón, mientras sus manos acariciaban las mejillas del rubio y, callando sus palabras, sus labios se unían a los suyos, en una mezcla de ternura y desesperación.
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Vico estaba recostado en su cama, sin poder sacar la vista de la morocha que dormía plácidamente a su lado. Su cabello desordenado se esparcía por el almohadón, mientras la sábana la tapaba ligeramente.
Había despertado extrañado, con su mano sobre su pecho, y había tenido una extraña sensación. Hacía mucho tiempo que no se despertaba con una mujer a su lado.
Ella empezó a desperezarse y él fingió que recién despertaba, mirándola con una sonrisa traviesa.
- Mmmm- exclamó estirando sus brazos.- Hola flaqui…- susurró mientras dejaba que sus labios se encontraran, pasando su brazo por su cintura y acercándola a él.
Ella sonrió, besándolo con ternura.
- Hola Negri ¿cómo estas?- exclamó con suavidad, pero de repente se sobresaltó, empezando a buscar su mochila.- ¿¡QUÉ HORA ES?! ¡AY! ¡Tengo que ir al colegio!- exclamó turbada, pero él la tranquilizó.
- Eh, tranquila…- susurró, dándole un beso para callarla.- Son las seis de la mañana…- le dio otro beso.- Tenes tiempo…- sonrió.
Ella se tranquilizó.
- ¿Tomamos algo antes de que te vayas?- propuso él alegremente. Ella asintió con una sonrisa mientras veía que él se levantaba, con el torso desnudo y un short, y se dirigía a la cocina.
Sin dejar de sonreír, se vistió y lo siguió.
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Gastón seguía el beso de Rochi, cada vez con más intensidad. Ella rodeo su cuello con sus brazos, aferrándose a él y aumentando la presión del beso, que cada vez era más apasionado. No podía controlar lo que le pasaba con él, cada vez que estaban juntos. Y mientras empezaba, sin dejar de besarlo, a desabrochar su camisa, no pudo evitar recordar la primera vez que habían estado juntos. Su primera vez, de hecho, cuando todavía eran novios y no tenían dudas de que su amor era único y para siempre.
Él acariciaba su mejilla con ternura, mientras ella, sentada sobre él, besaba su cuello.
- Te amo…- susurró a su oído. Era la primera vez que se lo decía, y él sonreía con ese esplendor que solo aparecía cuando estaba junto a ella.
- Yo también te amo, mi amor…- murmuró, mientras sus manos apartaban el cabello de su rostro, quedándose a la altura de su oído, y sus labios la besaban con amor.
Rocío metió sus manos bajo la camisa desabrochada de Gastón, acariciando su espalda tibia con sus manos frías, estremeciéndolo. Sus lenguas jugaban con pasión, enredándose dentro de sus bocas, mientras él se encargaba de sacar su remera, acariciándola con ternura y apretándola contra su pecho.
Gastón besaba su cuello, tratando de apoderarse de cada parte suya, mientras ella suspiraba llena de placer.
- ¿Estás segura de esto, mi amor?- preguntó el con dulzura, mirándola con la profundidad de sus ojos claros.
Ella asintió.
- Si, Gas. Quiero que me hagas tuya.- susurró, en voz baja pero audible.- Quiero que me hagas tuya hoy y para siempre…- exclamó antes de volver a hundirse en sus labios.
Rocío ya no tenía su remera y se encargó de que quedaran en iguales condiciones deshaciéndose por completo de la camisa de Gastón, que quedó en el piso. Seguía abrazándolo con fuerza, disfrutando el calor que le producía el contacto con su piel tibia. Podía sentir los latidos en su pecho, al mismo ritmo que los suyos, en sintonía, mientras la respiración de ambos se iba acelerando. Él dejó que sus labios empezaran a recorrerla. Sus manos acariciaban sus pechos, tocaban sus pezones, que luego dirigía a sus labios para succionarlos y recorrerlos con su lengua. Ella se dejaba llevar por el placer que le iba generando. Con sus manos juntó sus pechos para que a él le fuera mas fácil, y él empezó a pasar su lengua de uno a otro, enloqueciéndola.
Él la recostó sobre el sillón, reclinándose sobre ella. Ella lo abrazaba, disfrutando de cada sensación por primera vez y sintiéndose feliz de que fuera junto a él.
- Sos hermosa…- le susurró al oído, mientras sus besos bajaban por su cuello y sus manos iban desabrochando la camisita que llevaba. Los besos eran suaves y delicados.
Él no dejaba de interrumpirse a cada rato, solo para mirarla.
Volvió a besarla mientras sus manos empezaban a tocar sus pechos sobre su sostén. Se inclino solo un momento para quitarse su remera, mientras ella se mordía el labio y volvía a besarlo.
Sus manos empezaron a palpar el pantalón del rubio, que dejó escapar una sonrisa pícara. Ella también sonrió, disfrutando de esa sensación de calma y confianza que la atacaba cada vez que estaba con él. Era como si sus cuerpos se reconocieran y se sintieran completos cuando estaban juntos. Con él no necesitaba pensar las cosas, preocuparse con anticipación o preguntarse como saldrían. Simplemente bastaba con dejarse llevar y tenía la seguridad de que siempre saldrían bien. Sus labios sellaron los de él, mientras sus manos desabrochaban finalmente su pantalón y empezaban a jugar con su bulto por sobre su ropa interior. Gastón suspiraba cada vez mas agitado, disfrutando la excitación que la rubia le provocaba.
Ella lo miraba y él, con el torso desnudo, la miró antes de volver a inclinarse sobre ella una vez más.
- ¿En que pensas?- preguntó en un susurro. Ella sonrió.
- En que no hay absolutamente nada de vos que no me guste....- confesó, mientras lo besaba una vez más. El empezó a frotar su miembro sobre ella, mientras sus manos empezaban a hurgar bajo el sostén, bajándolo por completo. Dejó un momento los labios de la rubia para empezar a besar sus pechos, pasando su lengua por los pezones erectos de la rubia, que cerraba los ojos y dejaba que el placer empezara a inundarla.
Rocío se sentó sobre Gastón, empezando a frotar su intimidad contra el miembro de él, ambos con los ojos cerrados. Unos minutos después, se paró un momento para sacarse sus jeans, mientras él la miraba sonriendo.
- ¿En que pensas?- quiso saber ella. Él sonrió.
- En lo mucho que me gustas…- confesó mientras la acercaba y se deshacía de su ropa interior. Ella se mordió el labio, mientras volvía a sentarse sobre él, esta vez usando sus manos para sacar el miembro de Gastón de sus boxer. Volvió a hundirse en sus labios mientras lo masturbaba con sus manos, con movimientos rítmicos que iban en aumento, sintiendo como ella también empezaba a humedecerse.
Cuando él la penetró, luego de haber explorado con sus manos cada parte de su cuerpo, ella sintió que una parte suya se iba para siempre de su cuerpo y quedaba tallada en la de ese rubio que un buen día había cambiado su vida, mientras una parte de él quedaba para siempre en ella, grabada a fuego. Él empezó a entrar y salir de ella con delicadeza, para que ella se acostumbrara al vaivén, y luego empezó a hacerlo más rápido. Sus manos se aferraron mientras suspiraban de placer.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- exclamaron en un solo grito, mientras sus dedos entrelazados se presionaban entre si, por el placer que iba entrando en ellos.
Rocío finalmente se colocó sobre él, que acariciaba su espalda, y dejó que él entrar en ella. Ambos se miraban a los ojos mientras ella empezaba a saltar sobre él, en un vaivén que acompañaba sus latidos acelerados. Él aprovechaba para besar sus pechos y su cuello.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- gritó ella, reclinándose hacia atrás.
- AHHHHHHHH COMO ME GUSTAS RUBIECITA…- exclamó el, dejando que sus manos tomaran las caderas de ella para acelerar aún mas los movimientos.
- AHHHHHHHH NO MAS QUE VOS A MI, GASTI…- sonrió ella, con el rostro perlado de sudor.
Él la atrajo a su pecho, abrazandola, rozando su cuello con sus labios, mientras iban llegando al máximo placer.
- ¿Querés apostar?- susurró en su oido.
Ella volvió a mirarlo a los ojos, mientras juntaban sus frentes y tenían un orgasmo simultáneo.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.
Acabaron al mismo tiempo, sintiendo que se transformaban en un solo ser, sellando el amor que los unía. Ella lo besó con amor y delicadeza, sin dejar de sonreirle.
- Gracias, mi amor- logró decirle unos minutos después.
- ¿Gracias?- la miró extrañado.- ¿porqué?
- Por cuidarme, por conocerme tanto… por amarme…
Él negó con la cabeza, mientras sus brazos se posaban a los lados de sus hombros y sus labios bajaban una vez más, rozando los de ella.
- Gracias a vos…- la besó.- Vos me enseñaste lo que es el amor… y tu amor me cambió para siempre…- susurró.
- No me dejes nunca, Gas…- exclamó ella, besándolo otra vez.
- Nunca, mi amor… estamos unidos de por vida…- sonrieron y, entre besos, finalmente se quedaron dormidos, abrazados, juntos…
Sus respiraciones empezaron a calmarse, pero ella no salió de él. Se limitó a abrazarlo con fuerza, para que sus cuerpos empezaran a relajarse juntos, mientras sentía el latido de su pecho en el suyo.
- No importa lo que pase…- exclamó ella al fin.- Siempre sos capaz de lograr que me olvide de todo…- lo besó, sonriendo.
El la miró con ternura.
- Mientras nunca te olvides de mi…- bromeó.
- Nunca…- prometió ella.- Estamos unidos ¿te acordas?- compartieron una mirada de complicidad, mientras ese abrazo los fundía una vez más. Realmente no tenían ganas de soltarse.
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Lali y Euge caminaban por la calle, con varias bolsas en las manos. Iban charlando despreocupadamente.
- Entonces resulta que…- decía la morocha, interrumpiéndose al ver el rostro sorprendido de su amiga.- ¿Qué pasa Eu?- la rubia se limitó a señalar hacia delante.
Ella levantó la mirada y entonces su rostro tomó la misma expresión que el de su amiga.
Ninguna podía creer lo que veía.
CAPITULO 13
CAPITULO TRECE
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad.
Agustín estaba sentado en el sillón de su living, con una cerveza fría en una mano y el control de la tele en la otra. Pasaba los canales con desdén, mientras pensaba que haría el resto de día.
Pensaba un poco en lo que era su vida. Por la mañana trabajaba en una oficina, comia algo, y volvía a casa. Ese departamento tenía un sillón cómodo para tragarse el programa televisivo todas las madrugadas, una heladera para guardar latitas de cerveza, un microondas para recalentar la comida y una cama para llevar a las chicas que, cada viernes y sábado, pasaban a combatir su soledad.
No la pasaba mal, pero creía que necesitaba algún plan, un proyecto de vida, algo asi. Y que por más que se hicera el duro, necesitaba a alguien a su lado. Estaba muy seguro de eso. Tanto como de que no iba a ser fácil, acostumbrado como estaba a las chicas por una noche.
Una sola vez había tratado hasta ahora de tener una relación estable con alguien. Lo había intentado con Candela, porque sabía que, al menos hasta el momento, era la única chica que significaba algo para él. Era su amiga desde que tenía memoria, habían compartido miles de momentos, buenos y malos. Se conocían mejor que nadie y creyó que eso haría las cosas más fáciles.
Sin embargo, pasó lo contrario. Si bien la pasaban bien juntos y habían pasado la noche en su departamento más de una vez, no podían comprometerse realmente entre si. Eran demasiado diferentes y llegó un momento en que se dieron cuenta de que, si seguían juntos, solo iban a lastimarse.
Él había llegado a la conclusión, después de muchas quejas y discusiones, de que la verdad era que ella le importaba demasiado como para meterla en sus conflictos amorosos. Era prácticamente la única amiga verdadera que tenía y aunque a veces pareciera a punto de caer en la tentación, no quería perderla. Y ese deseo de no perderla era más fuerte que todo lo demás.
Terminó la cerveza y miró el reloj. Ya eran las 23.40 del jueves. Cierto, todavía no era viernes. Pero necesitaba un poco de acción.
Sonrió. Sabía perfectamente dónde encontrarla.
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Euge miró inquieta a su amiga, que no podía sacar la vista de las dos personas que estaban viendo.
- Supongo que no es lo que parece...- trató de restarle importancia a la escena, pero la morocha clavó sus ojos en ella.
- Yo creo que es exactamente lo que parece...- exclamó con un hilo de voz. No estaba segura de cómo se sentía. No lo había visto en años y al principio se había preguntado si lo volvería a ver alguna vez, y bajo que circunstancias sería. Definitivamente no pensó que serían esas.- ¿Podes creer que esa que se está chapando es la estúpida de mi prima?- murmuró indignada.
- Bueno, sabes que tu prima es bastante rapidita...- acordó la rubia. Se miraron con complicidad.- Supongo que viene de familia...- bromeó y su amiga le golpeó suavemente el hombro.- Vamos, La... Nico ya debe estar por llegar a casa y todavía no empecé a cocinar.- Trató de convencerla.
Lali miró una vez más la escena. Ella llevaba el uniforme del colegio. Su cabello castaño estaba suelto y llevaba una sonrisa radiante que le pareció insoportable. Charlaban animados y él le daba algún beso de tanto en tanto. Resignada, se dio vuelta y siguió a su amiga.
Estuvieron un rato en silencio.
- Creí que ya te habías olvidado de ese pibe...- dijo Euge finalmente, mirando algo insegura a su amiga.
- Y lo hice...- exclamó ella segura.- Te juro, Eu! Es solo que... no se, no pensé que iba a volver a verlo. Además él no me obligo a nada. Fue mi decisión, yo me obsesioné y quise hacer todo para tenerlo. Y lo conseguí...- sonrió.- Pero bueno, era re pendeja y.... bue, ya sabes la historia... Creo que más que nada fue una... una decepción... porque yo no estaba enamorada de él, ni mucho menos...- le aseguró energicamente.- Vos lo sabés...
- Si, ya se...
- Pero bueno, basta de hablar de Vico...- resolvió.- Que se curta a mi prima, a la vecina o al portero, no me interesa...- sonrió.- Te acompaño a tu casa a dejar las cosas asi me voy al laburo.
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Agustín estacionó su auto en una esquina y caminó unos pasos. Era una casa chica pero muy linda, con rejas verdes y un pequeño patio. Tocó el timbre y apareció una muchacha rubia, algo desconcertada.
- ¿Agustín?- se sorprendió.- ¿Qué haces acá?
Él sonrió.
- Hola Mery...- ella se acercó y le abrió la puerta. Él la saludó de manera galante, besando la comisura de sus labios.
Entraron. Había una mesa con algunas sillas, una sala de estar con un par de sillones. Todo estaba un poco apretado pero la decoración era muy acercada. A pesar del espacio reducido era un lugar cómodo y vistoso.
- ¿Qué necesitas, Agus? ¿Para que viniste?- preguntó ella unos minutos después, todavía confundida.
Él la miró extrañado.
- Para coger...- exclamó como si fuera obvio.- Estaba en casa, embolado... necesitaba un poco de acción... y obviamente pensé en vos, ¿quién sino?- susurró acercandose lentamente y tomando su cintura.
Ella lo apartó.
- Si, todo muy bien lindo, pero no puedo... estoy super ocupada y...
Agus posó sus dedos en los labios de la rubia para que se callara.
- Nada! Vos y yo vamos a pasar la noche juntos...
- Te digo que no puedo nene!
Agustín se quedó un momento en silencio.
- ¿Sabes que? Esta bien...- se lamentó.- Voy a tener que buscar otro plan entonces... no se, ir a ver a alguno de los chicos... charlar un rato...- la miró.- Hace rato que no veo a algunos ¿viste? tenemos cosas que contarnos... como con...- sonrió.- ¿vos lo conoces no? Morocho, ojitos claros... seguro le va a gustar saber que...
- ¡BASTA!
Él sonrió.
- Sos una basura!- murmuró ella.
- No, no me digas eso...- se quejó.- Simplemente soy justo y vos y yo tenemos un trato... Yo no cuento tu secreto... vos tenes que hacer algo por mi...-le guiñó un ojo.- Vos sabes que soy un colgado, Mery! Se me puede escapar algo sobre...
- Esta bien!- lo interrumpió. Se dio vuelta y echó un vistazo a su casa.- Pero acá no...
- No hay drama... vamos a un telo...- sonrió.
Ella lo miró con un poco de seriedad y le dijo que la esperara. Agus la vio desaparecer tras una de las puertas y se sentó en el sillón.
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Nico y Euge se besaban con ternura. Estaban sentados en la mesa, con unas copas de vino, después de haber terminado de comer.
- Estuve todo muy rico, bonita...- murmuró él, mientras ella sonreía satisfecha.
- Me alegra que te haya gustado
Siguieron mimandose, sentados en un sillón mientras veían una peli y por la ventana, la noche caía envolviendo cada rincón.
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Mery y Agus se bajaron del auto. Ella lo siguió unos pasos por atrás mientras él se acercaba y pedía una habitación. Aprovechó para mirarse en un espejo de la sala. Llevaba un vestido estampado, por arriba de las rodillas y unos zapatos marrones divinos. Le gustó como se veía. Finalmente el castaño le hizo una seña y fueron a la habitación.
Entraron. Él dejó su abrigo en la cama y se acercó a ella. La arrinconó contra la pared y, apartando su cabello, empezó a besar su cuello. Corrió uno de los breteles del vestido y sus besos se extendieron al hombro desnudo de la rubia. La miró sonriendo y la besó en los labios, lleno de deseo. Tomándola de la cintura la acercó a la cama, empujándola levemente para que se sentara. Sin miramientos, se desabrochó el jean y sacó su pija afuera. Tomó la cabeza de Mery y se la metió en la boca. Tomando su cabello guiaba sus movimientos. Ella se ayudaba con las manos, pajeandolo mientras pasaba la lengua por la punta. Finalmente se la metió entera, dejando que entrara y saliera de sus labios. Agus se iba calentando y ella sentía que empezaba a atragantarse, pero no podía dejar de chuparsela por la presión que él ejercía.
- MMMMMM TE GUSTA PUTA?- murmuró él, dejando que sacara su pija de su boca y mirándola con una sonrisa llena de picardía.- MMM SI, YO SE QUE TE ENCANTA...
Tomándola del brazo la hizo levantarse y volvió a besarla, tomando su cintura para apretarla contra su cuerpo. Una de sus manos levantó un poco su vestido para empezar a tocar descaradamente su colita. Logró que sus dedos se metieran bajo la ropa interior, para acariciarlos con más empeño. Dejó de besarla solo un momento para agacharse y deshacerse de la tanga que Mery llevaba bajo el vestido. La arrojó al suelo y hizo que se acostara. Abrió sus piernas, subió su vestido y empezó a chupar su conchita. Sus manos abrían los labios vaginales para que su lengua llegara más adentro. Se movía con energía, mientras ella se retorcía de placer entre las sábanas. Cada tanto se levantaba para deleitarse con el rostro placentero de la rubia, mientras sus manos continuaban en trabajo en su intimidad. Dejó que sus dedos entraran una y otra vez en ella, comprobando lo húmeda que estaba, mientras ella suspiraba.
- AHHHHHHHHHHHHHH
- Viste que te gusta puta? Te hacés la dificil pero te encanta!! sos una putita barata y te encanta!!!
Se incorporó y terminó de sacarse los pantalones, arrodillandose en la cama y empezando a frotar la punta de su pija sobre la conchita mojada de la rubia. Mientras su otra mano subió completamente el vestido, empezando a pellizcar y acariciar sus tetas. Se chupaba los dedos y los fregaba en sus pezones, logrando que quedaran completamente duritos.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH SIIIIIIIIII- volvió a suspirar Mery.
Agus sonrió.
- PEDIMELOOOOO! DALE PUTA! PEDIME QUE TE LA META BIEN ADENTRO! ROGAME QUE TE ROMPA TODA! DALE TROLA!
- METEMELAAA!!!!!!- gritó ella. Lo miro a los ojos, mordiéndose el labio.- Dale, AGUS!!! COGEME, PLEASE!
- Ahhhh como me calentas, rubia!!!!- rió él, mientras se acomodaba bien. Abrió sus piernas y volvió a colocarse en posición. Luego, sin aviso, entró en ella de una, facilitado por la humedad que tenía.
- AHHHHHHHHHHHHHHH SIIIIII NO PARES!!!- gritó ella.
Agus tomó sus piernas para impulsarse y empezó a entrar y salir rápidamente. Aumentaba la velocidad cada vez más al ver que ella levantaba los brazos y se agarraba de los garrotes de la cama para impulsarse.
- AHHHHHHHHH TE GUSTA?!! AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- gritaba él.
- SIIIIIIIII MAS RAPIDO GORDI!!!!!!
Agus se recostó un momento y, deslizando su brazo bajo la cintura de ella, la incorporó. Se acomodó mejor, besándola y apretando su pechos contra el suyo y se quedó arrodillado en la cama, con sus piernas alrededor de su cintura, como si la tuviera alzada a upa. Sus manos tocaban sus nalgas y la guiaban en los movimientos, mientras su boca, con la respiración cada vez más agitada, tratada de captar sus tetas en las embestidas.
Ella se aferraba a su cuello, pasando su lengua por allí cuando no podía besarlo.
- AHHHHHHHHHHHHHHHH- gritaban los dos, completamente excitados.
- VOY A ACABAR MERY!!!!!- avisó él.
- NO, NO!- se alarmó ella, deteniendose. Él la miró desconcertado.
- ¿Qué pasa?- logró decir pese a la agitación.
Ella sonrió con picardía y lo besó brevemente. Luego se acercó a su oído y le susurro:
- Quiero que me acabes por atras...
Agus, riendo, salió de ella. Primero se tomó un momento para chuparle las tetas, que lo habían estado tentando mientras se la cogía. Las juntaba con sus manos y las capturaba completamente con sus labios, mordiendolas y chupandolas, lleno de deseo. Luego la hizo ponerse en cuatro. Primero le metió algunos dedos y también su lengua. Le encantaba la colita que tenía. Le dió algunas nalgadas y se preparó para ponersela. Primero lo puso en la punta y empezó a entrar con suavidad, mientras ella gritaba, entre el dolor y el placer. Luego lo fue metiendo hasta el fondo. Se quedó un momento allí, besando su espalda, y luego empezó a entrar y salir. Ella volvió a agarrarse de los garrotes de la cama, ahora boca abajo, mientras sus tetas se movían con la velocidad que tomaba. No tardaron en acabar.
-AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH- gritó el, mientras sentía que le llenaba el culo de su leche tibia.
- AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII- gritó ella, y él, sacando su pija, sonrió al ver que unas gotas caían de la conchita de la rubia.
Ella volvió a acostarse y él se recostó sobre ella. Estuvieron besándose y tocándose un rato, hasta que ella le pidió que la llevara de regreso a su casa.
Se despidieron en el auto. Luego ella bajó y entró apurada. Estaba abriendo la puerta cuando sintió que su celular sonaba. Atendió sin fijarse quien era.
- Hola?- se quedó quieta con la llave en la mano y esbozó una sonrisa.- Hola!- repitió un poco más alegremente.- Pensé que no ibas a llamarme nunca, gordo... sabes que...- su expresión cambió. Aparentemente su interlocutor no le hablaba muy bien.- Para... no, nada que ver!... Pero eso es verdad, no es mi culpa... No me interesa!- exclamó algo enojada.- No te vas a deshacer de mi tan fácil, y lo sabes...- susurró con seguridad. Estuvo un momento en silencio y bajó las defensas.- Bueno...- aceptó. Miró su reloj.- ¿Cuándo y dónde? ¿Eh?- Volvió a mirar su reloj.- Bueno, esta bien...- se resignó y cortó la comunicación.
En vez de seguir intentando con la llave volvió a salir por la reja y tomó un taxi.
Bajó en una plaza algo desierta por la hora. Se acomodó el vestido y el peinado y lo vio. Un muchacho morocho, con una remera celeste, estaba de espadas sentado en un banco. Con una sonrisa algo triste se acercó.
- Hola...- murmuró suavemente al llegar a su lado.
Él se dio vuelta y la miró seriamente.
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