sábado, 30 de noviembre de 2013

CAPITULO 17

CAPITULO 17

 

CAPITULO DIECISIETE
 
N/A: El siguiente fic contiene lenguaje adulto y sexo explícito. Menores de 18 leen bajo su responsabilidad. 

Euge llegó al hotel que le habían asignado y sonrió. Era hermoso, con habitaciones comfortables y una vista espectacular. Tomó su llave, subio y dejó sus cosas. Estaba terminando de inspeccionar su habitación cuando sonó su teléfono.
- ¿Hola?- preguntó algo insegura.
- Buenos días- contestó una voz fuerte y segura del otro lado. - ¿Eugenia Igarzabal?
- Si, soy yo.
- ¿Que tal?- exclamó con calidez.- Soy Agustín Sierra. Soy el hijo de Facundo Sierra y también soy el Gerente de Finanzas. Quería darle la bienvenida a San Martín de los Andes y avisarle que mañana vamos a tener una reunión en las oficinas del tercer piso. Yo también tuve que venir por unos negocios asi que va a poder tener la reunión directamente conmigo.
- Ah, que bueno...
- Bueno, la espero mañana entonces, a las 8am, en la oficina 306 del tercer piso ¿si?
- Perfecto. Ahí estaré.
- Que tenga un gran día.
- Igualmente, gracias.

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Rochi había estado un poco indecisa frente al espejo, mientras pensaba en la ropa que se iba a poner. No le quedaba mucho tiempo si quería llegar a horario, pero ¿como decidirse cuando no se sabe la situación a la que se va? Finalmente eligió unas calzas oscuras y una remera larga y ajustada, estampada. Se arregló un poco el cabello y fue a la casa del morocho.
- Hola, mi amor.- la saludó Pablo efusivamente, tratando de besarla, mientras ella se resistía.
- Basta Pablo, te dije que solo venia a hablar ¿si?- exclamó severamente, entrando al departamento.
- Como vos quieras- exclamó él sin dejar de sonreir.
Entraron al comedor, en silencio.
Rochi no pude evitar un escalofrío al ver que la mesa estaba decorada con velas y que el morocho había cocinado su plato favorito: tallarines con salsa blanca.
- Pablo...- empezó a quejarse, mirandolo con reproche, pero él la hizo callar mientras tomaba su bolso y lo dejaba a un costado, indicandole que se sentara.
- Ya sé... solo vamos a hablar- se atajó.
Empezaron a comer en un silencio casi incómodo, hasta que Pablo empezó a hablar sin parar, de cosas triviales.
Rochi revolvía su plato, hasta que se decidió a hablar.
- Mira, Pablo...- lo interrumpió, y él la miró fijamente.- Yo la pasé muy bien con vos todo este tiempo, pero creo que las cosas... no se, siento que algo se quebró...
- Te dije que no pasó nada con esa chica, mi amor... ella solo...
- Esta bien, es que no se trata solamente de eso.- siguió.- No te voy a negar que me molestó bastante ese mensaje y no me convencen mucho tus excusas. Pero de todas maneras creo que es mejor que lo dejemos así.
- No digas eso, mi amor... vos sabes que yo...- empezó a decir Pablo, mientras sus ojos se tornaban brillantes y su rostro empezaba a dejar a un lado el aplomo que había tenido hasta entonces.- Yo te quiero, Ro...
- Yo también te quiero, Pablo... por eso creo que es mejor que sigamos como amigos... juntos solo vamos a lastimarnos...
Pablo se levantó y empezó a dar vueltas por el comedor, frustrado.
- No, Ro... pensalo... no podes hacerme esto, hacernos esto... nosotros...
Ella se levantó también.
- Creo que va a ser mejor que me vaya... Ya hablamos lo que teníamos que hablar.
Empezó a dirigirse a la puerta, pero no había dado mas que un par de pasos cuando el morocho la acorraló contra la pared del comedor.
Estaban tan cerca que ella podía ver el brillo de sus ojos, con esa mezcla de bronca, angustia e impotencia que lo inundaba.
- Pablo, te dije que...
Pero no pudo seguir hablando porque él, tomandola fuertemente de la cintura, la había besado. Ella trató de soltarse, pero él se aferró a ella con energía, apretandola contra si en un beso apasionado y fogoso, al que ella terminó cediendo.
Acariciaban sus espaldas mientras la pasión y el deseo se intensificaba. Pablo se alejó solo un momento para sacarse la remera, y ella pudo acariciar su torso desnudo mientras seguía perdiendose en ese beso.
Él empezó a deslizar su mano bajo la remera de la rubia. Finalmente no aguantó más y se la sacó, acariciando su espalda y su colita, mientras se inclinaba para besar su cuello y dejar besos sobre su sostén.
Pablo la arrinconó sobre la mesada que estaba junto a la pared, apoyando sus manos sobre la misma para ejercer mas presión sobre la rubia, mientras seguía besandola y posando su miembro, que iba endureciendose, a la altura de la entrepierna de la rubia. Sus manos presionaron su cola y la alzaron, hasta sentarla sobre la pesada. Allí se dedicó a acariciar sus pechos con mas empeño, hasta deshacerse, al fin, del sostén. Sonrió al ver sus pezoner erectos y dejó sus labios un momento para tomar sus pechos y chuparlos, primero con suavidad y luego con desenfreno. Ella se arqueaba de placer, presionando el cabello de morocho para que no dejara de hacer lo que hacía. Su lengua paseaba suavemente por sus pezones que cada vez se endurecian más.
- AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH SIIIIIII, NO PARES PABLII- gritaba ella una y otra vez, logrando que el morocho se excitara aún mas.
Unos minutos después, siguió inclinandose un poco más sobre ella, dejando besos en su piel y su pancita, hasta llegar al borde de sus calzas. Ella se había ido recostando sobre la mesada, sosteniendose con sus codos apoyados, mientras Pablo iba bajando la calza que llevaba, besando su ropa interior. Ella estiró sus piernas y la calza cayó al suelo. Él volvió a besarla mientras acariciaba su entrepierna y sentía como se iba humedeciendo. Mientras sus labios seguían unidos, el morocho deslizó su mano bajo la ropa interior y empezó a acariciar su conchita, ya sin tela de por medio, metiendole un par de dedos adentro mientras ella suspiraba entrecortadamente.
- AHHHHH SIIII NO PARES PABLIIIIII AHHHHHHHHH MAS ADENTRO!!!
La rubia enredó sus piernas en la cintura del morocho, que la alzó y, sin dejar de besarla, la llevó a su habitación. La recostó sobre la cama y fue inclinandose sobre ella, que se apresuró a desabrochar sus jeans, mientras él sonreía.
Rochi le bajó los pantalones, que él arrojó a lo lejos, y luego bajó su boxer y sacó su pija, que se iba endureciendo. Arrodillada en la cama dedicó una de sus manos al miembro del morocho y la otra a su propia entrepierna. Mientras se tocaba y se metía los dedos para ir preparando la zona, con su otra mano se encargaba de pajear al morocho, ayudandose con la boca.
- AYYYY SIIII MI AMORR!!!!! AAAAAAHHHHHHHHH CHUPAMELA, HERMOSA!! NO PARES!!!! AHHHHHHHHHHHHHHHHH
Rochi le chupaba la pija, mirandolo a los ojos, mientras él sentía que su temperatura ya no podía seguir subiendo. Cuando no pudo aguantar más la empujó para que cayera sobre la cama y, abriendo bruscamente sus piernas y sintiendo lo húmeda que estaba, la penetró sin miramientos, mientras ella se sostenía del respaldo de la cama y gemía de placer.
- AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH SIIIIIIIIIIIIIIII MAS ADENTROO!!! AHHHH MAS FUERTEEE PABLIII, NO PARES!!!! SIIIIIIIIIIIIIII
- AHHHHHHHHH TE GUSTA MI AMOR????! AHHHHHHHHHHHHHHHHHH COMO ME GUSTAS!!!!!
El morocho aceleró cada vez más los movimientos sobre ella, mientras los pezones erectos de la rubia rozaban su pecho y lo calentaban aún más. Después de varias embestidas, cada vez mas intensas, sintió que llegaba al clímax. Salió de su interior y se pajeó un poco más, haciendo que ella se incorporara para acabar en su boca. Ella sonrió mientras sentía el semen del rubio en sus labios, relamiendose mientras él se mordía el labio de placer.
Luego, sin dejar de sonreir, volvió a recostarla y abrió sus piernas para chuparle la concha hasta que ella también acabara, algo que no tomó demasiado tiempo.
Mientras solo sentían el sonido acelerado de su respiración y sus suspiros, se recostaron un momento en la cama, tratando de recuperar el aliento.


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Esa mañana, Lali despertó apenas sonó su despertador. Eran las 6.30am. Entre bostezos, se desperezó y tardó un rato en encontrar sus pantuflas. Despeinada y sin parar de bostezas, fue a la cocina y puso agua a calentar para tomar algo antes de irse. Recién en ese momento, mientras pasaba por el living y notaba el gran bulto que se escondía bajo unas frazadas, recordó que el rubio estaba en su casa. Sin recordar el aspecto que debía tener, se tiró sobre las colchas.
- ¡DALE RUBIO! ¡DESPERTATE!
Nico se sobresaltó, levantando un poco las frazadas para asomar su cabeza. Tenía los rulos completamente desordenados y los ojos entrecerrados, y la miraba con reproche.
- ¡Que dulce que sos, morocha!- exclamó con ironía, entre bostezos.
- ¡Me dijiste que te despertara!- se defendió ella, todavía tirada sobre él.
- Si... que me despertaras, no que me mataras de un infarto...- siguió quejandose, inclinandose un poco.
- ¡Pero que quejoso que sos en la mañana eh!- sonrió ella, acercándose a él, dejando que sus labios se rozaran apenas y luego levantandose para preparar el café, mientras él sonreia y empezaba a levantarse.
Lali preparó café y puso una bandeja de tostadas con mermelada y manteca en la mesa. Unos minutos después Nico se acercó a desayunar con ella.
- ¡Uh! ¡Me vas a mal acostumbrar, morocha!- sonrió al ver la mesa.
Entre risas y bromas se sentaron y desayunaron alegremente antes de irse a sus respectivos trabajos.

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Gastón estuvo distraido todo el día. Había sido uno de esos en que todo sale mal y con el pasar de las horas todo parece ir empeorando. El mal humor iba en aumento para las 14hs, cuando se preparaba para salir del colegio y volver finalmente a su casa. Estaba preparando su maleta cuando la puerta se abrió y Candela entró con una gran sonrisa.
- Hola profe...- saludó provocativamente, acercandose de manera seductora luego de cerrar la puerta tras ella.
- Hola Candela... me estoy yendo...- exclamó de manera algo descortés.
- Ya lo sé...- exclamó ella significativamente, tratando de besarlo.
- Pará, Candela... estoy apurado, de verdad... nos vemos el viernes en la clase.
Ella se quedó parada, entre desconcertada y herida por la actitud del rubio.
Gastón estaba por salir del despacho pero la vio y se dio cuenta de que estaba haciendo todo mal. Intentó una sonrisa y volvió a acercarse.
- No es con vos, linda...- volvió a sonreir, acariciando su mejilla.- De verdad tengo que irme...
Ella sonrió también.
- Esta bien, profe... nos vemos el viernes- exclamó antes de colgarse de su cuello y besarlo intensamente.
Luego salió alegremente del despacho mientras el rubio, ahora con una sonrisa sincera, salía para su casa.

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Pablo se despertó con una sonrisa, recordando lo que había pasado la noche anterior. Con los ojos entrecerrados se dio vuelta para encontrase con la rubia, durmiendo a su lado. Sin embargo ella ya no estaba ahí. Sobresaltado se levantó y corrió al comedor, donde la encontró terminando de agarrar su bolso y acercándose a la puerta.
- ¿Adónde vas, mi amor?- preguntó extrañado. Ella lo miró tristemente.
- Basta, Pablo... pensé que ya habíamos aclarado todo... te dije que no me llames más así...- pidió.
- ¿Vos me estas cargando?- preguntó desconcertado.- ¿Cómo que ya aclaramos todo? ¿y lo de anoche? ¿no fue nada?- le reprochó.
Ella le dedicó una sonrisa triste mientras abría la puerta.
- Si, Pablo... fue una despedida.
Salió mientras el morocho trataba de detenerla.
Y mientras seguían discutiendo tranquilamente en la entrada, él pidiendole que no se fuera y ella tratando de tranquilizarlo y recordarle como eran las cosas, ninguno de los dos vio a un rubio que pasaba por la esquina y se quedaba mirandolos, entre confundido y extrañado.

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